sábado, 29 de agosto de 2015

Siempre pensé que sus bromas invitaban 
a jugar con palabras y esconder deseos;
o, a mostrarlos sin descaro.

Ese afán de enredar palabras e intenciones 
-o no intenciones-, de decirlas claramente 
para después fingirlas falsas.



No es que se entrometa en mis sueños;

el sólo es señor en mis ratos de ocio.