lunes, 18 de julio de 2016

Empo



Lo primero que tienes que saber es que este era el tipo de hombre del que jamás me podría enamorar. No sé en sí la receta secreta que haga que mi cabeza deje de pensar claramente y me haga hacer cosas estúpidas como enamorarme. 

Y ahí estoy yo sentada en esa silla algo vieja y temblorosa, y él está a mi lado quizá quejándose de algo; en realidad no le presto mucha atención, sólo la suficiente como para no parecer descortés. 

En un instante le observo; hay algo travieso asomándose a sus ojos cuando suelta de pronto la pregunta: -¿Qué sería de mi tiempo sin ti?-

Por un momento tengo terror. 

El sonríe porque ha conseguido sacarme de la calma, de ese lago inmutable en el que suelo nadar. Pero mi terror viene de aquella verdad que se disfraza de broma, de aquella incapacidad de ser un poco menos despiadada porque conozco aquél lugar de sabor agridulce en el que se encuentra.

Aún sonriendo, y dejando un segundo esa puerta entreabierta para probarme a abrirla, se contesta como para sí mismo; empo, me quedaría empo.


Sigo aterrorizada.