Para ti no puedo más que ser falsa inspiración,
me has dicho que tu eterna musa es la pena;
y yo te aparto cada ves más de ella.
¡Qué genialidad masoquista la tuya!
Mi amor nació entre tus letras, entre tus tintas, entre tus hojas;
¡y no puedo aparecer en ellas!
Tal vez mañana cuando me marche para no volver más;
pueda al fin ser aquella que te haga pensar
alguna palabra que en tu papel quieras plasmar.