martes, 26 de julio de 2011

Cargo de conciencia

¿Has cambiado alguna vez la vida de alguien para mal?

Yo sí.

Bien no es algo que me enorgullezca pero es cierto; cambié la vida de alguien de una manera radical y no precisamente para bien. Ocurrió hace unos años cuando cursaba la escuela secundaria, tendría entonces unos 14 años. A esa edad uno entiende las cosas buenas de las malas, pero aún no se comprende que tanto pueden afectar las acciones en el futuro.

Había una chica en la clase; era inteligente, simpática y bonita.

En el receso y horas libres nos juntábamos un grupo de amigas, pasábamos el tiempo haciendo bromas, tareas, comiendo papitas y platicando de todas esas cosas de niñas.

Ésta chica comenzaba a juntarse con nosotras cuando a una de mis amigas no le pareció la idea; así que simplemente le hicimos ver que no queríamos que formara parte del grupo. La chica tenía bastantes problemas en su casa, se había acercado a nosotras para tener un refugio de todo eso, y nosotros se lo negamos.

Después de eso ella dejó la escuela, se rumoraba que consumía drogas y terminó embarazándose de algún malandrín...

Ahora muchos años después me la he encontrado trabajando en una tienda de autoservicio; se ve descuidada, cansada, vulgar... Tiene un niño de unos 7 u 8 años. La veo y no puedo evitar sentirme algo culpable, las elecciones que hacemos en la vida tienen sus consecuencias; ella tomó las suyas, yo tomé las mías...

Pero aún así me pregunto: ¿Qué hubiera pasado si ese día yo me hubiese opuesto a que se le vetara del grupo? ¿Sería ella una persona diferente?


Ése es un cargo que está en mi conciencia.

domingo, 24 de julio de 2011

Títeres


Veo cómo hacen que me aleje
de todo aquello que deseo;
me apartan cada vez más.

Mi vida sigue una rutina
que no quiero seguir,
pero de la cual no puedo escapar;
y de los hilos vuelven a tirar.

Mis movimientos torpes,
mis caídas dolorosas;
brincos y piruetas.

Unas manos ajenas
tejen mis penas,
y siembran en mi alma
el absurdo desconcierto.

No reconozco la cara
porque nunca la he visto;
y si yo tan solo hablara,
rompería este hechizo.


¿Y si en esta vida no somos más que títeres,
los hilos quién los sostiene?

martes, 19 de julio de 2011

Aquí frente al mar


Caminando en la playa te recuerdo, veo el cielo y escucho el va y ven sin final de las olas chocando con la arena; el sol casi se pone, y parece este ser un sueño. A veces cuando veo el pasado lo siento tan ajeno que me pregunto si en realidad fui yo quien vivió todas esas experiencias, o si sólo se me han guardado en la memoria los recuerdos de alguien más; un desconocido quizás.

He sido tantas personas pero sigo siendo la misma; la sonrisa, los ojos, el cabello... Soy yo.

Me pregunto si en el futuro me reconocerás; me pregunto si yo me olvidaré de lo que fuimos ayer, y a veces me pregunto si quizá aún pueda ser. Alguna vez caminamos aquí en esta misma arena frente a esta agua salada, mientras el mismo sol se ponía. Pero el tiempo, el tiempo nunca es, ni será el mismo.

No sé si he hecho poco, o nada. Lo único de lo que tengo certeza es que pase lo que pase hay una cosa a la que quiero por sobre todo; la vida, mi vida. Amo sentir como el sol toca mi piel, y cómo el viento acaricia mi cabello, el olor de la tierra mojada, y la lluvia que se lleva mis penas, amo la música, y la comida; amo el silencio que guarda la noche y con ésta sus palpitantes estrellas.

¿Podrías comprenderlo?

Y si no me detengo no me mal entiendas; la vida me llama y yo no dudaré en seguirla, quiero soñar con ella y de a poco descubrirla, quiero que me sorprenda así como en el pasado lo ha hecho; porque me ha prometido volver a hacerlo. Tú eres aún quién posee más de lo que yo soy, eres quién más cerca ha estado de mi alma, tú puedes verla claramente.

Pero ambos sabemos que nada dura para siempre...

domingo, 17 de julio de 2011

Los mejores amigos

Yo personalmente no creo en los mejores amigos hombre-mujer.

A lo largo de mi vida he tenido la suficiente experiencia para comprobarlo (lamentablemente); algunas veces fui yo la que se enamoró, otras veces fueron ellos...

El punto es que al final uno se termina enamorando del otro, o en el mejor de los casos ambos terminan enamorados. Pero ¿Por qué sucede? Bueno, veamos; los mejores amigos tienen una unión emocional muy fuerte: son confidentes, aliados, incondicionales... Se conocen el uno al otro cómo muchas personas jamás llegarán a conocerlos; se comprenden.

Pues bien. imagínense que estas dos personas que son tan cercanas emocionalmente expresan su afecto (aún amistoso) con abrazos, sonrisas, besos, una palmadita en la espalda... Llega el momento (que es inevitable) en el que uno se siente irremediablemente atraído hacia el otro, y ¡Es tan lógico! porque esa persona te agrada, te conoce, te acepta, te quiere, y además tienen un acercamiento físico.

Y, ¡Kaboom! La amistad se va por el caño porque el amor aparece.

Y entonces hay dos opciones: o hablas, o te callas para siempre.
Si hablas, bien pues o eres correspondido, o te dan calabazas y pierdes la amistad; o la conservas pero nunca de la manera como la empezaste. Y si te callas, cada día será una tortura a sabiendas de que no puedes estar con la persona a la que quieres; y peor aún cuando te toca verla con alguien más.

Esto de las mejores amistades hombre-mujer son bastante complejas y peligrosas... He aprendido a la mala, y no digo que no tenga buenos amigos hombres. Pero también soy muy cuidadosa para que mis amigos no se confundan; mi manera de hablar, mis movimientos, no permito que se me acerquen mucho, procuro no confesar nada demasiado personal, los abrazo sólo ocasionalmente...

Detalles como esos hacen una gran diferencia; y no impiden tener una amistad plena y sana. Me divierto, salgo con ellos al cine, a comer, de antro, un día de playa, platicando afuera de una casa, tomando en algún bar, al café, etc. Ahora los chicos (a veces son amigos, pero no tan cercanos) que no me quieren como su amiga precisamente, también son más claros; me invitan a salir sólo a mí y me tratan con deferencia.

Y si es a mí a quien le gusta, pues hago lo mismo; comienzo por tratarlo con deferencia para que se dé por enterado de que para mí no es como el resto de mis amigos.

Eso hace todo mucho más fácil y menos enredoso.