jueves, 6 de septiembre de 2012

¡Oh, dulce libertad!

¡Oh, dulce libertad!

Cuando tuve la oportunidad de gozar la libertad casi plena (porque no fue plena; plena es cuando no dependes de nadie y, como aún hoy, en ese entonces era mantenida por mis padres) pero perfecta, porque no tienes las responsabilidades de trabajar y pagar las cosas como la renta o el gas; me aterroricé.

Suena como si estuviese un poco loca ¿no? Quién diablos se iba a aterrorizar de poder vivir sola, con todo pagado, pudiendo llegar a la hora que se me diera la gana, si quería limpiar lo hacía si no, no importaba; no eran necesarios los permisos, podía comer o no comer lo que se me diera la gana, incluso podía ir o no a la escuela...
  
Tenía entonces unos 17 años, y  nunca pensé que le tuviera miedo al mundo pero sí, se lo tuve y no poco; vivía sola en una ciudad aunque no desconocida sí lejos de mi familia y de mis amigos. Al principio hubo una semana en la que no había ni radio, ni televisión en casa; ¿has estado un fin de semana en completo silencio? sólo hay una palabra para describirlo; insane, so fuckin' insane!! 

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Ya que tuve una televisión y canales medio decentes que pudiese ver (esos que no son televisa ni tv azteca) le hablaba al viento pensando que mi hermana de alguna manera escuchaba mi comentario y la risa que le acompañaba, pero bien, a la hora de voltear a un lado no había nadie, simplemente la nada... Patético.

¿Será que mi libertad excesiva a esa corta edad estaba tan íntimamente acompañada de soledad, que me desagradaba? Quizás sí, quizás no. Lo cierto es que después de vivir un tiempo así, comencé a conocer personas y lugares, y las cosas iban un poco mejor. Aunque a veces uno se siente como si fuera el protagonista de la película Soy Leyenda excepto que la ciudad no está destruida y que obviamente me faltaba una mascota.

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Porque cuando uno tiene una mascota, aunque el mundo se haya ido al diablo y no quede nadie sobre la tierra eres más feliz.

Con el paso de los meses empecé a hacer amigos, y ya no vivía en el mundo post apocalíptico de película Hollywoodense; la libertad excesiva y la soledad ya no me sentaban mal, y descubrí un mundo diferente: con gente buena, gente no tan buena, gente brillante (casi literal jajaja), gente estúpida, inteligente; un mundo dónde todas las decisiones que tomaba repercutían invariablemente en mi vida desde las más pequeñas (como cruzar una calle, o tomar un camión) hasta las decisiones que son algo mas complicadas como la administración de el dinero.

Lo cual me hace recordar esa primera quincena dónde me gasté todo la primera semana y para finales de la segunda todo lo que tenía en el refrigerador eran dos limones y un tomate...

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Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia

Esa no era broma.
 
Ya falta poco para que termine mis estudios universitarios; si todo sale conforme al plan el próximo año por estas fechas estaré preocupada por el vestido de graduación (emocionante, ¿no?), el tiempo vuela. Bien, si eso es verdad (que mis padres esperan con todas sus fuerzas que así sea) me queda un año de libertad parcial, de esa libertad buena sin responsabilidades mayores a preocuparme por pasar las materias, conseguir un buen lugar dónde hacer las prácticas, pasar el videojuego en turno, la agenda de fiestas, los amigos, los amantes (esos mientras no se conozcan entre ellos todo bien jajaja, esa sí es broma...). 


Naturalmente, 
el siguiente paso es obtener la libertad
 y con ella la responsabilidad completa.

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