Había una vez una mujer que vivía en las montañas;
solía bailar bajo la lluvia y cantar entre flores.
Las caracolas adornaban sus cabellos y el viento
le traía secretos, le hablaba de un lejano lugar;
de miles de granos dorados y un sol
despiadado. Y ella un día quiso salir a buscarlo.
Y entre dunas y cactus encontró
al hombre del desierto.
Tenía la piel oscura y la mirada profunda;
una sonrisa que se le escapaba de los labios
y un corazón profundo pero incomprensible.
La mujer se enamoró; no pudo ver que el viento le mintió
que ella era del agua y el hombre del sol.
No hay comentarios:
Publicar un comentario