Ayer pinté un girasol sobre una base de madera que bien podría servir como tapadera de una pequeña caja. De hecho, hace algunas semanas, hice una bonita caja con palitos de madera que pinté color azul y decoré con algunos corazones rojos. Dentro guardé un secreto, el cual continuará siéndolo hasta que algún día llegue alguien a quien pueda revelárselo.
Pero esa es otra historia...
A mí me ha parecido siempre que los girasoles son flores felices; siempre me inspiran eso: alegría. En algunas ocasiones he regalado esta flor, aunque ahora que lo pienso más detenidamente creo que regalar flores no es una buena idea; es algo que dura algunos días solamente. Cuando las flores gracias al paso inevitable del tiempo se marchitan pierden su belleza, y al final, el ramo va a dar siempre al bote de la basura (hay algunos que son mejores utilizados y se conservan como adorno de naturaleza muerta, debo aceptar que en algunos casos puede llegar a ser algo romántico, pero depende mucho del momento y la persona que representa ese ramo; o quizás es simplemente un adorno y no tiene nada de sentimentalismos absurdos). Bien, el punto es que estaba pintando y fue inevitable pensar en el pintor holandés Vincent Van Gohg; recordé lo poco que sé acerca de este extraño personaje.
Vincent era una persona con una psiquis bastante inestable, no creo que nunca haya gozado de un buen carácter, lo veo más bien como una persona introvertida (era todo un cascarrabias a mi parecer pues). Luego queda esa fantástica historia acerca de cómo perdió su oreja izquierda en un pleito con su colega, también pintor, Paul Gauguin.
Paul y Vincent se hicieron amigos, incluso llegaron a vivir juntos. Pero el carácter difícil de uno y del otro, no ayudaba para que se mantuvieran juntos demasiado tiempo. Se dice que en una de las peleas que sostuvieron, Paul en un ataque de furia, con una navaja le cortó a Vincent un pedazo del lóbulo de la oreja izquierda. Después éste se marchó y nunca más volvió a ver a Van Gohg. La salud mental de Vincent era complicada, así que tiempo después voluntariamente fue internado en algunos psiquiátricos, en donde no dejó de pintar.
Un dato curioso es que a pesar de la cantidad de obras del autor, en vida jamás vendió un solo cuadro. Así que nunca tuvo éxito, Vincent es otro de esos genios que se alaban después de muertos, y que, en vida sufren una total incomprensión. Supongo que eso es lo que los hace ser más geniales; el hecho de adelantarse a su propio tiempo. Aunque claro está que la vida del "genio" se ve afectada notablemente de una manera que no podríamos calificar de positiva. Es así que, un día mientras paseaba, se disparó en el pecho con un revólver; aunque su herida era mortal, no murió inmediatamente; sino dos días más tarde.
En su última carta escribiría:
"Yo arriesgué mi vida por mi trabajo, y mi razón siempre fue menoscabada".
Vincent Van Gohg
Hay una leyenda acerca de los girasoles, pero esa quedará para otro día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario