Aquí en los relojes todas las horas se pierden;
no se cuentan, sólo corren.
Y cuando el sol se aleja, las tinieblas
todo lo cubren.
A su encuentro salen palpitantes las estrellas,
que a mis ojos ahora son más brillantes.
La luz tenue de la lámpara de petróleo
nos ilumina un tiempo, quién pudiera decir cuánto.
A lo lejos puedo escuchar maullar
a los coyotes, y en el camino ver liebres.
Cuando suena un cascabel
¿Dónde estará la cabeza?
Luna, ayer te esperé en vano;
no llegaste a nuestro encuentro, y así sola terminé cantando.
Un día menos es un día más.
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