martes, 26 de marzo de 2013

Le coeur


Si pudiera leer alguna de esas complicadas frases que escribe en francés,
jugando con sentidos y texturas, con el humor y los actos cotidianos.
A veces habla de la lluvia o flores, o  de construcciones 
y cuerpos libres danzando. 
A veces juega con su sonrisa, y yo quisiera tomarle alguna foto;
ponerla en la repisa y encontrar el sonido que le acompaña en mis pensamientos.
Movimientos lentos y una taza de café. 
Un sabor amargo y caliente.
Y su boca se abre, y la miel se escurre; unos ojos observan 
¿Cómo podría desviarme?  Soy la abeja, o quizás sea la mosca
no sé si le corrompo o le atesoro;
pero soy feliz si puedo estar ahí. 
Viaja prometiendo regresos, y se encuentra con montañas 
y cielos, y yo espero impaciente mientras cruza alguna calle o toma algún tren
y me pregunto si va a volver.
A veces se sirve en el vaso vino y prueba unos labios que no son míos,
me dice que es la soledad y yo le digo: venga que sabemos ya que te vas a marchar 
que en realidad ya lo has hecho.
Se disgusta, 
toma una pluma y maldice en su idioma, a su manera. 
¿Querrá siquiera en el futuro hablar? O por lo menos no fingir que me agrada 
comer calabazas con queso, o que me bese la mejilla.
Complicado sí, un poco. 
Pero sin embargos ni ataques de dudas, es el cauce del río cuando lleva agua;
pasa siempre dónde le dictan las pendientes


o el corazón.





domingo, 3 de marzo de 2013

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Y ahora que el deseo baña mis entrañas 
y a ti de a poco los gusanos te descarnan 
recuerdo los encuentros a escondidas
de nuestros labios hambrientos. 

Sentí una última vez tu piel bajo la mía
firme como el mármol pero quizás más fría
¿A dónde se fue el calor que nos recorría
cuando éramos sólo piel y deseo, sólo tu y yo?

En esta tumba extraña donde tu cuerpo permanece 
inmóvil e inútil, sobre la tierra mojada y pestilente
me arrodillo y me lleno de lágrimas y penas,
y permanezco sobre ella inmóvil e inútil.

Y ahora que otros brazos me cobijan
extraño los excesos y la locura desbordantes
lo salvaje que se escapaba de nuestras miradas
la fuerza y la ternura que se combinaban.

Ahora las dudas me llenan y no sé si llegue a descubrir
un amante como al que perdí aquella tarde 
aquél del que quedarán sólo huesos y recuerdos 
llenaré otra noche mi copa con vino y mis labios húmedos.

Mientras me come el deseo.