domingo, 17 de julio de 2011

Los mejores amigos

Yo personalmente no creo en los mejores amigos hombre-mujer.

A lo largo de mi vida he tenido la suficiente experiencia para comprobarlo (lamentablemente); algunas veces fui yo la que se enamoró, otras veces fueron ellos...

El punto es que al final uno se termina enamorando del otro, o en el mejor de los casos ambos terminan enamorados. Pero ¿Por qué sucede? Bueno, veamos; los mejores amigos tienen una unión emocional muy fuerte: son confidentes, aliados, incondicionales... Se conocen el uno al otro cómo muchas personas jamás llegarán a conocerlos; se comprenden.

Pues bien. imagínense que estas dos personas que son tan cercanas emocionalmente expresan su afecto (aún amistoso) con abrazos, sonrisas, besos, una palmadita en la espalda... Llega el momento (que es inevitable) en el que uno se siente irremediablemente atraído hacia el otro, y ¡Es tan lógico! porque esa persona te agrada, te conoce, te acepta, te quiere, y además tienen un acercamiento físico.

Y, ¡Kaboom! La amistad se va por el caño porque el amor aparece.

Y entonces hay dos opciones: o hablas, o te callas para siempre.
Si hablas, bien pues o eres correspondido, o te dan calabazas y pierdes la amistad; o la conservas pero nunca de la manera como la empezaste. Y si te callas, cada día será una tortura a sabiendas de que no puedes estar con la persona a la que quieres; y peor aún cuando te toca verla con alguien más.

Esto de las mejores amistades hombre-mujer son bastante complejas y peligrosas... He aprendido a la mala, y no digo que no tenga buenos amigos hombres. Pero también soy muy cuidadosa para que mis amigos no se confundan; mi manera de hablar, mis movimientos, no permito que se me acerquen mucho, procuro no confesar nada demasiado personal, los abrazo sólo ocasionalmente...

Detalles como esos hacen una gran diferencia; y no impiden tener una amistad plena y sana. Me divierto, salgo con ellos al cine, a comer, de antro, un día de playa, platicando afuera de una casa, tomando en algún bar, al café, etc. Ahora los chicos (a veces son amigos, pero no tan cercanos) que no me quieren como su amiga precisamente, también son más claros; me invitan a salir sólo a mí y me tratan con deferencia.

Y si es a mí a quien le gusta, pues hago lo mismo; comienzo por tratarlo con deferencia para que se dé por enterado de que para mí no es como el resto de mis amigos.

Eso hace todo mucho más fácil y menos enredoso.

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